La señora Florinda Soriana, nació el día 8 de Febrero de 1918 en la comunidad de San Felipe Villa Mella, D. N.
Fueron sus padres: José de la Cruz y la Señora Eusebia Soriano Aquino.
Los primeros años de su vida lo dedicó al cuidado del hogar; como actividad doméstica estaba la fabricación de sillas para el hogar, construidas de palo y guano de palmera (cogollo) el cual ella hervía y luego lo secaba al sol; con estos tejía las sillas que servían para ayudar en la mantención del hogar.
Doña Tingó nunca asistió a la escuela, pues en esa época no había escuela en su comunidad. Más tarde emigró a la comunidad de Sabana Grande de Hato Viejo, Yamasá, donde tenía algunos parientes.
Era una mujer fuerte y de piel negra. Se casó con un joven llamado Felipe Muñoz, juntos procrearon siete (7) hijos de los cuales en la actualidad viven cinco (5) son ellos: Juana, Domingo, Bonifacio, José y Felipe Muñoz Soriano.
Su casa era construida de tablas de palmeras, techada de yagua de las mismas y piso de tierra. En esta comunidad se dedicó a las labores agrícolas y la crianza de animales tales como: vacas, caballos, chivos, gallinas, cerdos, y otros pero en menos cantidad; pues su situación económica era muy pésima.
Sus hijos fueron inscriptos en la escuela, pero ninguno logró completar la educación primaria.
Su esposo murió a temprana edad en una riña a unos cincuenta metros de su casa.
Después de la muerte de su esposo, la tarea fue más fuerte para ella, por lo que se dedicó a la venta de leñas para la panadería.
En avanzada edad asistió a una escuela nocturna, pero nunca logró alfabetizarse.
Era simpatizante del Partido Reformista Social Cristiano (P R S C), y en época de los doce años de Balaguer se inició la confrontación en la lucha campesina y los terratenientes por quitarle la tierra, no solo la de ella, sino la de todos los campesinos de esa comunidad. Esto inició con el Mayor Ramón, quien cercó los terrenos de Mamá Tingó y otros más.
Esta lucha se prolongó por varios años, ya que los terratenientes querían apoderarse de toda la tierra de la comunidad, de manera tal que los campesinos sembraban rubros para su sustento y el de sus hijos, tales como: yuca, plátano, batata maíz, auyama, guandules, habichuela, entre otros, pero éstos no podían ser cosechados porque eran arados por personas enviadas por los terratenientes.
Fueron muchos los sufrimientos que pasaron los campesinos por no dejarse arrebatar sus terrenos, tanto así que les arrancaban sus sembradíos o le echaban ganados de vacas para que se los comieran y ellos con valentía rompían las empalizadas y volvían a sembrar.
Por esa causa hubo muchas personas apresadas y algunos heridos, mientras que otros tuvieron que esconderse por cierto tiempo.
Luego de una tenaz lucha fue fusilada la tarde del 1 de noviembre de 1974 a mano de un testaferro del terrateniente Pablo Díaz la valiente mujer de piel negra pero de corazón blanco Doña Florinda Soriano “Mamá Tingó”.